Adiós a Noruega

La última entrada, se acaba mi eramus en Trondheim. Parece mentira que haya pasado todo un curso y ya esté de vuelta. Ya tengo ganas de hacer vida normal en Zaragoza de nuevo, pero las despedidas son amargas ya que hay mucha gente a la que apenas volverás a ver y con las que has pasado muy buenos ratos.

Los exámenes han ido más o menos bien. Me sigue haciendo gracia que los noruegos coman mientras hacen su examen, algunos se llevan tapers y tienen hasta primero y segundo, aunque lo mas normal son las típicas rebanadas de pan con cualquier cosa encima que les gustan comer aquí. También es gracioso que te acompañe un asistente del examen si tienes que ir al baño o si te apetece echar un cigarro o andar un poco para desestresarte, pero en el camino nada de contacto visual con otras personas, mirada al suelo.

Pese a estar de exámenes algun día había que tener eventos sociales porque la gente se iba marchando. A veces era una cena, otras simplemente un cafe recondando anécdotas y también salimos a algún sitio, como en la de Bogdan que fuimos a la playa a ver el sol de medianoche (o casi, porque no estamos lo suficientemente al norte como para que nunca se ponga el sol). Entre tanto en casa daba gusto estudiar, ya que Valerio me ofrecía de vez en cuando algún capuchino y hasta llegué a tener la cena hecha para no tener que preocuparme de cocinar.

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Sol de medianoche

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Los capuchinos de Valerio

Una vez acabados los exámenes tenía pensadas un par de pequeñas excursiones para las cuales puse a punto mi bici, pero entre arreglar el piso, la habitación, hacer las maletas y tener alguna fiesta no pude sacar el tiempo neceserario. Con esto de que todo el mundo se iba, la gente estaba muy preocupada con la limpieza e incluso me llegaron a preocupar a mi, siendo que hasta ahora cuando había dejado mis antiguas habitaciones no le di demasiada importancia. También tuve que comprarme otra maleta para poder traer todo de vuelta aprovechando que el viaje tenía pintas de ser cómodo y por lo tanto no me molestaría demasiado. Para portarme bien con los compañeros de piso hice la cena un par de veces preparando chili con carne, empanadillas, tortillas de patata y de postre tarta de queso, la mayoría para terminar la comida que me quedaba en casa, pero al parecer les gustó mucho.

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Cenando en Moholt

Aproveché estos últimos días y la compañía de Valerio para ir de fiesta al centro de la ciudad, cosa que apenas he hecho en todo el año. En el fondo es como cualquier otro lugar para ir de fiesta, solo que más caro y que cierra antes, aunque habiendo luz durante toda la noche siempre tienes la sensación de que has trasnochado y vas a llegar de mañana. La noche antes de ir a Oslo apenas dormí acompañado de distintos amigos, me daba pena irme a dormir porque sabía que al levantarme ya no los volvería a ver.

El viaje a Oslo se hizo largo y hasta incómodo, porque teníamos el coche cargado hasta los topes y tanto Marius como yo teníamos que llevar en nuestro mismo asiento unas cuantas cosas. Aun así conseguí dormirme durante casi todo el trayecto. El piso que han conseguido alquilar aquí es muy majo, seguro que disfrutarán viviendo en él Bogdan, Marius y Jordi. Cuando llegamos no salimos del piso de lo cansados que estábamos del viaje y hoy nos hemos dado un paseo por los alrededores y hasta la empresa en la que trabajarán. Para cenar les he invitado a comida tailandesa para llevar, al más puro estilo estudiante, y con un helado de postre hemos terminado la cena de despedida. Mañana espero que tengo un viaje tranquilo y que enseguida llegue a casa.

Y así acaba el blog. Muchas gracias a los que habeis seguido mis aventuras de erasmus por estas tierras del norte, espero que hayáis disfrutado con ellas. ¡Un saludo a todos!

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