Adiós a Noruega

La última entrada, se acaba mi eramus en Trondheim. Parece mentira que haya pasado todo un curso y ya esté de vuelta. Ya tengo ganas de hacer vida normal en Zaragoza de nuevo, pero las despedidas son amargas ya que hay mucha gente a la que apenas volverás a ver y con las que has pasado muy buenos ratos.

Los exámenes han ido más o menos bien. Me sigue haciendo gracia que los noruegos coman mientras hacen su examen, algunos se llevan tapers y tienen hasta primero y segundo, aunque lo mas normal son las típicas rebanadas de pan con cualquier cosa encima que les gustan comer aquí. También es gracioso que te acompañe un asistente del examen si tienes que ir al baño o si te apetece echar un cigarro o andar un poco para desestresarte, pero en el camino nada de contacto visual con otras personas, mirada al suelo.

Pese a estar de exámenes algun día había que tener eventos sociales porque la gente se iba marchando. A veces era una cena, otras simplemente un cafe recondando anécdotas y también salimos a algún sitio, como en la de Bogdan que fuimos a la playa a ver el sol de medianoche (o casi, porque no estamos lo suficientemente al norte como para que nunca se ponga el sol). Entre tanto en casa daba gusto estudiar, ya que Valerio me ofrecía de vez en cuando algún capuchino y hasta llegué a tener la cena hecha para no tener que preocuparme de cocinar.

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Sol de medianoche

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Los capuchinos de Valerio

Una vez acabados los exámenes tenía pensadas un par de pequeñas excursiones para las cuales puse a punto mi bici, pero entre arreglar el piso, la habitación, hacer las maletas y tener alguna fiesta no pude sacar el tiempo neceserario. Con esto de que todo el mundo se iba, la gente estaba muy preocupada con la limpieza e incluso me llegaron a preocupar a mi, siendo que hasta ahora cuando había dejado mis antiguas habitaciones no le di demasiada importancia. También tuve que comprarme otra maleta para poder traer todo de vuelta aprovechando que el viaje tenía pintas de ser cómodo y por lo tanto no me molestaría demasiado. Para portarme bien con los compañeros de piso hice la cena un par de veces preparando chili con carne, empanadillas, tortillas de patata y de postre tarta de queso, la mayoría para terminar la comida que me quedaba en casa, pero al parecer les gustó mucho.

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Cenando en Moholt

Aproveché estos últimos días y la compañía de Valerio para ir de fiesta al centro de la ciudad, cosa que apenas he hecho en todo el año. En el fondo es como cualquier otro lugar para ir de fiesta, solo que más caro y que cierra antes, aunque habiendo luz durante toda la noche siempre tienes la sensación de que has trasnochado y vas a llegar de mañana. La noche antes de ir a Oslo apenas dormí acompañado de distintos amigos, me daba pena irme a dormir porque sabía que al levantarme ya no los volvería a ver.

El viaje a Oslo se hizo largo y hasta incómodo, porque teníamos el coche cargado hasta los topes y tanto Marius como yo teníamos que llevar en nuestro mismo asiento unas cuantas cosas. Aun así conseguí dormirme durante casi todo el trayecto. El piso que han conseguido alquilar aquí es muy majo, seguro que disfrutarán viviendo en él Bogdan, Marius y Jordi. Cuando llegamos no salimos del piso de lo cansados que estábamos del viaje y hoy nos hemos dado un paseo por los alrededores y hasta la empresa en la que trabajarán. Para cenar les he invitado a comida tailandesa para llevar, al más puro estilo estudiante, y con un helado de postre hemos terminado la cena de despedida. Mañana espero que tengo un viaje tranquilo y que enseguida llegue a casa.

Y así acaba el blog. Muchas gracias a los que habeis seguido mis aventuras de erasmus por estas tierras del norte, espero que hayáis disfrutado con ellas. ¡Un saludo a todos!

Día nacional y otras festividades

¡Hola de nuevo! Por aquí ya estoy de exámenes, así que mi vida transcurre en mi habitación rodeado de apuntes. Da mala gana que todos los días de fiesta que tiene el calendario universitario sean ahora en mayo, así no se disfrutan. Pese a todo siempre se puede pasar un rato con los amigos, sobre todo cuando tienes a los compañeros de piso dando vueltas por el apartamento, en cualquier descanso te puedes decir cuatro tonterias y relajarte. De hecho muchas de las tontadas que decimos y las notas que dejamos las acabamos poniendo en el frigorífico y a este paso lo vamos a llenar de papeles. Por cierto, encima de los frigoríficos solemos dejar las latas de cerveza y ya tuvimos que ir a reciclarlas porque no nos cabían más, nos sacamos más de 60 coronas.

Neveras

Neveras

De vez en cuando aún aprovechamos una noche para hacer una cena juntos, jugar a alguna cosilla como el Citadels que se acaba de comprar Jordi o simplemente estar charlando un rato antes de, en mi caso ir de nuevo a estudiar.

Y ahora lo más importante de estos días, el día nacional noruego. Yo lo empecé bastante mal, ya que debido a un malentendido pensaba que empezaba a las tres y en realidad lo hacía a la una, así que me perdí el desfile. De todas formas cuando llegué al centro aún pude ver el ambiente y los trajes tradicionales. En mi opinión fue uno de los días menos noruegos que he experimentado, muy caluroso y con las calles llenas de gente. Tras dar vueltas por el centro, ver las tiendas de gofres, crepes y helados y ojear un poco los trajes, me encontré con que en una plaza se estaban concentrando un montón de estudiantes. Tenían pintas de ser aquellos que habían acabado el bachiller, ya que unos cuantos llevaban las típicas bata decoradas con dibujos que se llevan en ese momento. Cada vez iban llegando más altavoces y parecía que los distintos colegios luchaban entre ellos para ver que música se escuchaba más. Al cabo de un rato empezaron su propio desfile, yo lo ha bautizado como el desfile de los borrachos. Era gracioso ver como se deprimían si algún policía les quitaba la botella de alcohol que llevasen y algunos iban algo desfasados. Los pocos amigos que fueron al desfile normal me dijeron que estaban celosos porque se aburrieron bastante mientras yo me divertí mucho viendo a esta gente.

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De camino al centro

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Plaza central

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Paseando

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Gente aleatoria

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¡Llegan refuerzos!

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Empieza el desfile

    Entre todo esto yo veía que los niños pedían tarjetas a los estudiantes. Tenía curiosidad porque no sabía de que se trataba, ¡tal vez eran vales para helado! Así que decidí coger yo también. Al final solo eran tarjetas que hacían con la foto de un estudiante, el colegio o el club de actividades al que pertenecían y una frase del tipo «las rubias tienen más diversión, pero las morenas lo recuerdan al día siguiente». Lo único que me faltó fue helado, ya que me prometieron que habría y que era muy típico, así que por la noche compramos y nos lo comimos entre los amigos.

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Niñas pidiendo tarjetas

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Mi propia colección de tarjetas

Al día siguiente, aprovechando que hace muy buen tiempo y sabiendo que Ed se va a ir enseguida, fuimos a hacer una barbacoa al fuerte de Trondheim. Desde entonces a seguir estudiando, que no me queda nada.

Por cierto, lo del sol estos días es una pasada, en ningún momento se hace totalmente de noche, el sol se esconde pero aun así se ve luz por encima del horizonte. Ya en el viaje a la cabaña no tuve la sensación de que hubiese sido de noche ya que la nieve reflejaba mucho la poca luz que llegaba, pero ahora es increíble, no me explico como es que no tienen persianas aquí, por las noches es difícil dormir.

Y poco más que añadir. Estos días el blog tendrá poco moviemiento porque estando de exámenes no tendré mucho que poner y cuando se acaben me quedará poco para irme, pero pese a todo alguna entrada más subiré. ¡Un saludo!

 

Entre fiestas y celebraciones

¡Hola desde Trondheim! Poco a poco se va acercando el final del erasmus, pero de momento los exámenes no agobian mucho. Será por eso que aún no estamos muy centrados y disfrutamos más de los días.

Esta semana hemos tenido bastantes excusas para ir de fiesta. La primera fue la coronación del rey de Holanda. Resulta que como la compañera de piso de Lisa (una rusa amiga nuestra con la que solemos jugar a juego de tronos) es holandesa y por alli se le tiene mucho cariño a la realeza, celebraron una fiesta y nos invitaron. Nada más llegar, como no llevábamos nada naranja, nos pusieron unas telas a modo de brazaletes y poco despúes nos dieron de comer. La comida típica consistió en unas espinacas con patatas acompañadas de una salsa que no pude descubrir que llevaba y de postre crepes o pancakes, siempre hay discusión sobre cual es la diferencia. La fiesta estaba entretenida y llevábamos idea de ir luego a otra fiesta más grande que hacían en un edificio de Moholt (como al día siguiente era el día del trabajador todo el mundo aprovechó para salir), pero a la mayoría de mis amigos les pareció suficiente vida social por esa noche y decidieron que debíamos recogernos a jugar a la wii.

Para este fin de semana, con el fin de estrechar lazos entre los compañeros de piso, teníamos prevista una noche de sushi, y aunque Valerio al final se fue de viaje con unos amigos, el resto de nosotros seguimos el plan. ¡Ahora se hacer sushi! Nos salieron muy ricos, para hacerlos en alguna situación puntual son perfectos, si no llevan mucho trabajo. Después nos subimos a los tejados de Moholt aprovechando que hay unas escaleras para obreros y disfrutamos de alguna cerveza con vistas al fiordo.

Hagamos maki!

Enrollando el maki

Todos comiendo maki

Todos a comer sushi

Yo en los tejados

En los tejados de Moholt

He aprendido también otra forma de beber el vodka. Nuestro amigo noruego se quedó con la copla de que cuando quedamos nos gusta llevar alguna cerveza, pero en este país si bebes, bebes bien, así que la última noche se trajo una botella de vodka. Para acompañar el vodka aquí usan una bebida gaseosa marrón y dulzona y le añaden algo de limón, y la verdad es que quedaba bien. De todas formas no creo que me vean comprando esa bebida noruega.

Y ayer celebramos pascua, porque la mayoría de mis amigos son de países ortodoxos y la pascua la celebraban ayer. Marius y Bogdan nos invitaron a cenar una comida típica rumana. Empezamos con unos huevos duros teñidos de rojo. La tradición cuenta que una mujer con una cesta de huevos de acercó a cristo cuando estaba en la cruz y su sangre cubrió los huevos. Para romperlos se juega con ellos de manera que dos huevos se golpean entre sí por las puntas y gana el que aguante con al menos una de las puntas sin romper. Tras los huevos había carne, patatas asadas y pan casero. Y para terminar un pastel llamado pasca que era una especie de bizcocho con pasas. También los rusos trajeron unos pastelitos en forma de magdalenas (creo que la única razón de la forma es que no tenían otros moldes) que eran parecidos a la pasca pero con una capa por encima de azúcar glass. Acabamos totalmente llenos pero estuvo todo buenísimo. La cena la compartimos entre bastantes y de diversas nacionalidades, dos rumanos, una bulgara, dos rusos, un indio, un chino, un palestino, un moldavo y dos españoles, a veces me sorprendo de lo internacional que pueden llegar a ser las quedadas.

Y despúes de todo esto a ver que nos depara la siguiente semana. Esta noche Camilla quiere que cenemos juntos y Valerio tiene pensado organizar una fiesta, así que parece que no nos aburriremos mucho. De todas formas hay que concentrarse en los estudios. ¡Un saludo!

Días de variedades

¡Hola otra vez! La verdad que aun han pasado cosas desde mi última actualización, así que a ver si ahora me acuerdo de ponerlo todo por aquí. Como se nos van acabando las clases pero todavía no nos preocupa demasiado el estudiar, hemos ido haciendo cosas. Nada del otro mundo pero siempre estamos entretenidos.

De mis últimas clases lo único que cabe destacar es que me llevaron de excursión a una planta hidraúlica. Nos meterieron bajo tierra y nos enseñaron los generadores, transformadores y demas. Aunque la visita nos la hicieron en noruego, con alguna pequeña explicación en inglés por parte de nuestro profesor, menos mal, me gustó bastante ir porque me pareció muy curiosa la instalación (y me daba un cierto aire al half life, jeje).

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Central hidráulica por dentro

Y lo más importante de estos días es que nos hemos tenido que cambiar de piso otra vez, ya van tres pisos distintos para mí. La razón fue que el cuarto compañero de piso básicamente se volvió loco y estabamos hartos de aguantar sus paranoias y amenazas así que le comentamos la situación a la residencia y nos cambió a los tres. Es una pena el que ahora Bogdan esté en un piso distinto al de Jordi y mio, pero al menos nos han tocado de compañeros un italiano y una francesa que son majísimos y con los que enseguida hicimos muy buenas migas. En cuanto a nuestro anterior compañero supuestamente llamaron a la policía para hablar con él pero no se si la cosa irá mucho más lejos.

En cuanto a vida social, han estado más movidos estos días que de costumbre. Un día fuimos a un pub en el que celebraban noche de quiz y karaoke. Mis amigos tenían muchas esperanzas puestas en el quiz pero al final se nos dio bastante mal, de todas formas lo pasamos muy bien. También hemos hecho quedadas para jugar a la wii o juego de tronos, lo cual a Valerio (el nuevo compi italiano) le acabó gustó bastante. Y al estar haciendo nuevos amigos también las quedadas de los findes se hacen más grandes, así que este sábado montamos una fiesta bastante grande en nuestra casa mientras jugábamos a una especie de oca alcoholica que parecía no tener fin. De todas formas nadie acabó muy perjudicado 😛 El domingo nos acercamos a la activity house para jugar al futbolín o al billar y resultó ser noche de temática india, así que acabamos viendo una peli sobre un hombre que quería vivir según los principios de Gandhi y nos dieron de cenar un especie de guiso especiado (yo repetí, estaba rico) y de postre algo parecido al arroz con leche pero con fideos que no me gutó mucho y no me pude acabar.

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Juego de tronos

Entre tanto en casa nos lo seguimos pasando bien, que diferencia el poder socializar con las personas sin ningún problema en tu apartamento. Cada día hacemos algo diferente, jugar al air hockey, al ping pong, pilotar el helicóptero… y también solemos cocinar alguna cosa en común como pizza, brownies o crepes para ir matando el hambre mientras. De todas formas intentamos estudiar y normalmente Valerio y yo nos ponemos en la cocina vigilándonos para ver que el otro estudia y no vaguea por internet.

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Jugando al ping pong con Valerio

La próxima vez prometo subir antes una nueva entrada, a ver si seguimos haciendo cosas entre los compañeros de piso para poder llenarla de anécdotas. ¡Un saludo!

Una visita familiar

¡Hola de nuevo! Hoy os voy a contar todo el viaje que hicimos por Noruega mis padres, Elenota, Viky y yo. Ya era hora de que subiese algo al respecto, ¿verdad? Supongo que quedará una entrada algo larga con todo lo que hicimos, así que…¡preparaos que empezamos!

Empezamos en Oslo, llegamos casi al mismo tiempo, ellos en avión y yo en tren. Como ya era algo tarde solo aprovechamos para salir a cenar y tomar algo caliente luego en el hotel. Al día siguiente esperaba un día cansado, pese a que Oslo no tiene gran cosa para ver habría que andar de un lado para otro rodeados de nieve y hielo, así que a descansar del viaje.

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A comer huevos de pascua

Empezamos callejeando cerca del hotel hasta acabar en la catedral, que no era muy impresionante pero tuvimos la suerte de escuchar dentro a un coro bastante bueno. Alrededor de la catedral, bajo los pórticos, habían aprovechado para poner bastantes tiendas y quedaba bastante curioso. De ahí nos dirigimos a la ópera, obligatorio el verla porque era un edificio moderno muy chulo que recordaba a un iceberg. Antes de pararnos a descansar iríamos hasta el castillo de Oslo para pasearlo un poco.

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Catedral de Oslo

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¡Cuidado con el tigre!

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Iceberg a la vista

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La ópera

Las siguientes tres paradas serían las obligatorias que no te puedes perder en Oslo, el ayuntamiento, el palacio y el parque de Vigeland, de camino también veríamos el edificio donde se daba el nobel de la paz y el vecindario de las embajadas. En el palacio pudimos ver el cambio de la guardia, que sinceramente, a veces parecía algo cómico. Y en el parque no nos dedicamos a buscar todas las estatuas porque habría sido demasiado, pero es curioso la de esculturas que se dedicaron a poner (en alguna al escultor ya se le fue un poco la cabeza, creo yo).

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Ayuntamiento de Oslo

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Palacio de los reyes

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Cambio de la guardia

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En el parque Vigeland haciendo el tonto

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¿Alguna vez has estado tan enfadado que has provocado una onda expansiva de niños?

Para terminar seguimos dando alguna vuelta por la ciudad, viendo el parlamento y otros edificios, y cuando ya hacía más frío y andábamos más cansados nos volvimos al hotel.

Al día siguiente nos esperaba un viaje muy largo hasta Bergen. Lo primero fue en tren que nos hizo madrugar bastante, pero al menos así disfrutamos del paisaje. Cuanta nieve y cuanto lago helado, así como gente practicando ski de fondo. Nuestra parada estaba en medio de la nada, solo había nieve, y al otro lado del andén esperándonos un viejo tren, el Flåmsbana. Nos sorprendió mucho el recorrido y las vistas de este pequeño, pero de gran desnivel, trayecto hasta Flåm. En primvera seguro es precioso, pues había muchas cascadas, todas ellas congeladas en ese momento.

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El Flåmsbana

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Cascada helada

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La familia al completo

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Todo el camino de bajada

Una vez llegamos a Flåm, lo siguiente sería coger un ferry por el fiordo. De nuevo unas vistas muy bonitas, porque en todo momento el tiempo nos respetó mucho, pero de todas formas el frío en la cubierta era a veces difícil de aguantar, y aunque de primeras todo el mundo estaba haciendo fotos y mirando el paisaje, no tardaron en refugiarse y tomar un chocolate en el bar del ferry.

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Vistas del fiordo

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En el ferry

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Con un poco de frío

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Vistas desde el ferry

Una vez se termino el recorrido por el fiordo cogimos un bus y finalmente otro tren para llegar a Bergen. Hay que decir que el último viaje en tren fue un follón, porque cogimos el anterior al nuestro que iba retrasado y lleno de gente, por lo que tuvimos que viajar de pie. Lo importante era que por fin llegábamos a Bergen, el viaje mereció la pena totalmente.

Bergen nos gustó mucho, era una ciudad muy cuca y para ser famosa por estar siempre lloviendo, quitando una tarde que nevó, nos hizo muy buen tiempo. El primer día paseamos por Bryggen, donde están las casas típicas al lado del puerto, vimos el castillo y subimos en el funicular para contemplar Bergen desde lo alto. Por la tarde nos nevó, así que después de tomarnos un chocolate calentito en el hotel (que eran gratis, como aprovechamos) salimos a pasear investigando la ciudad.

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¡Domingo de resurreción!

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Uno de los barcos del puerto

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Bryggen

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Bergen desde lo alto

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Observando la ciudad

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¡Un troll!

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Chocolate 🙂

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Nevando

Al día siguiente cotilleamos Bryggen por dentro y volvimos a subirnos a las montañas, esta vez en un teleférico. Como llegamos más arriba hacía más fresco y estaba todo nevadito, pero las vistas también eran espectaculares. Más tarde quisimos ir hasta la zona vieja de Bergen, pero el paseo era demasiado largo y nos cansamos antes de llegar.

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Entre almacén y almacén

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Por dentro de las casas

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Que bacalao más majo

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En el teleférico

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Bergen

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En el mirador

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¡Cuidado con la bola de nieve!

En definitiva, nos fuimos de Bergen con buen sabor de boca, pese a que los dos días eran festivos y por lo tanto no había casi nada abierto, ni siquiera vimos el mercadillo típico que ponen en el puerto.

Y por último, ¡Trondheim! Aunque la primera impresión llegando con el autobús no fue buena, pues dimos una vuelta por el puerto y las zonas industriales, luego mejoraría. La primera visita fue, como no, Moholt. Les hizo ilusión ver donde estaba viviendo e incluso verme hacer la colada. De allí visitamos la universidad, donde les enseñe las zonas más importantes, alguna clase y hasta comimos en la cantina. También fue curioso visitar el hospital y encontrar la zona de nefrología. Por último visitamos la fortaleza y de ahí a la torre Tyholt para que pudieran ver una panorámica de la ciudad.

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Moholt

A partir de entonces me salté las clases que pude para estar con ellos y enseñarles la ciudad, cuando no, Viky les hacía de guía al haber venido antes. Como ya os he contado acerca de la ciudad no daré los detalles de todo lo que visitamos, lo único que fue nuevo para mi fue ver la catedral por dentro. Entre visita y visita nos íbamos parando a tomar algo caliente en sitios cucos, como el café de la biblioteca o en Mormors Stue, donde quería pasar el cumple de mi padre aprovechando el buffet de tartas pero resultó ser solo en domingo. También fuimos a la fábrica de chocolate donde compraron bastante. En el barrio hippie nos dedicamos a cotillear en busca de arte urbano y en el monumento a los emigrantes tuvimos el concurso de buscar el emigrante a América más viejo, que databa del año 1000 al parecer.

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Los papis frente a la catedral

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En la costa

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Tomando un chocolate en Mormors Stue

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Distrito de Ile

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Fabrica de chocolate

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Buscando en el memorial

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Calle del barrio hippie

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Gorritos noruegos

Lo más divertido fue hacer esquí de fondo. Pasamos una mañana en Bymarka disfrutando del ejercicio y del paisaje. Aunque estaban ilusionados por la idea de practicar un nuevo tipo de esquí y encima en Noruega, también les daba apura, pues ya sabían que mis primeros días estuvieron llenos de caídas. Obviamente ellos también cayeron, aunque no pondré fotos para no ser malo, y alguna de las caídas fue bastante elegante, pero al final iban dominando los esquíes. De todas formas, mi madre y Viky que no quisieron probar se divirtieron mucho en el proceso.

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Empezamos el ski por un lago

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Camino de la cabaña

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De camino

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Llegando a la cabaña

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Todos en el mirador

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Refinando el estilo

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Un chocolate calentito para terminar

A la mañana siguiente se iban de vuelta a Zaragoza, así que lo último que me quedaba por hacer era despedirlos. Fueron unos días muy entretenidos y me dio mucha pena cuando se fueron. Ahora me ha tocado ponerme al día, trabajar algunos ejercicios y estudiar un poco, sobre todo noruego, que se acumula el vocabulario y hay que dedicarle más tiempo.

Aunque tengo la sensación de que ya estoy en la recta final de mi erasmus espero poder seguir subiendo alguna cosa interesante por aquí. Nos vemos en la próxima actualización. ¡Un saludo!

Vacaciones de pascua

¡Hola hola! Hoy voy a introducir una actualización cortita porque tampoco tengo nada muy interesante que contar. Una vez volví de las islas Lofoten me quedaba semana y media para recuperar las clases perdidas y adelantar trabajo para que la semana que viene, con mi familia, no tenga nada que hacer. Así que he tenido que acabar algún proyecto y hacer algunos deberes, pero ahora estoy totalmente libre.

De todas formas también me ha quedado tiempo para disfrutar de estas vaciones. Nos empezaban esta semana y durarán hasta el martes que viene incluido. Me sorprende que aquí el miércoles tuvo horario de sábado y del jueves al lunes tendrán horario de domingo, lo que significa que durante cinco días los supermercados no abrirán… más le vale a la gente llenarse la despensa antes de las vacaciones. Al parecer aquí se lleva bastante pintar huevos de pascua durante estos días, he podido ver en varios lados pinturas y utensilios hechos al propósito.

Con los amigos hemos estado un poco de fiesta, lo normal, unas bebidas y unos juegos dentro de casa. Los franceses me invitaron a cenar nuevamente y aprovechamos las quedadas para terminar de pasar fotos y arreglar cuentas. Además me fui unos cuantos días con Bogdan a practicar el esquí. El primer día nada más empezar se le rompió uno de los palos a Bogdan, así que me ofrecí a ser yo el que llevase solo uno, y la verdad que hasta me sirvió para mejorar. Hemos estado esquiando por Bymarka, entre Skistua y el lago Lyan generalmente, ya que hemos descubierto que es una zona muy maja para pasar un rato esquiando. Bogdan también va mejorando aunque por el momento lo de frenar no lo lleva muy bien, jeje, pero se le ve disfrutar un montón. La última bajada que hicimos se me lanzó de una manera que casi no podía seguirlo y después de cada giro esperaba encontrármelo estampado en algún lado, pero consiguió llegar hasta abajo y revolcarse cuando ya había frenado un poco. Recuerda la bajada con una alegría y una sensación de superación… mientras que yo no me terminaba de esperar nada bueno 😛

Ahora me encuentro en el tren de camino a Oslo, preparado para encontrarme con la familia. ¡Que ganas de verlos a todos! Ayer mismo nevó así que no les va a faltar nieve, aunque tampoco tendrán mucho frío, que no se me asusten. Cuando terminemos nuestro viaje familiar por estas tierras del norte os contaré lo más interesante del viaje.

God påske!

Semana en las Lofoten

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¡Hola a todos! Espero que estéis preparados para una entrada larga, porque esta semana en las islas Lofoten ha dado para mucho, son bastante bonitas y he disfrutado mucho. El viaje lo he hecho con otros cuatro franceses, muy majos todos ellos. Empezamos el lunes por la noche con unas mochilas cargadas hasta los topes yendo a la estación de tren.

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Inicio del trayecto

El tren nos llevaba a Bodø de noche, menos mal que era bastante cómodo y encima nos daban un pack de cosas para dormir con manta, cojín, antifaz y tapones para los oídos, así que pudimos dormir más o menos bien. Una vez llegamos teníamos pensado ir a ver unos remolinos muy potentes que son bastante famosos, pero no tuvimos suerte porque incluyendo el bus que teníamos coger no llegábamos a verlos, así que en vez de eso nos subimos de andada por la montaña. Una vez llegamos arriba las vistas merecieron la pena, pero con las mochilas cargadas, yo sin polainas que se me olvidó comprar y se me metía toda la nieve en las botas y con la de nieve que había se hizo dura la subida.

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De cuesta en cuesta

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Parón para ver las vistas

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Todos en la cima

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Disfrutando el momento

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Primera vista de las Lofoten

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Panorámica de Bodø

Arriba del todo nos paramos a comer. Mientras lo hacíamos un hombre con su perro nos adelantó y luego nos enteramos que se encontró con un reno el cual le atacó, menos mal que el perro le ayudó a salir del apuro. Yo que esperaba ver algún reno, pero ahora que se que son agresivos…lejos, lejos. Lo único que nos quedaba era esperar al ferry que nos llevaría a las Lofoten. Como duraba tres horas pudimos descansar de la andada, así que nos echamos un sueñecito.

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Fortaleza de Bodø

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Echando un sueñecito

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Nuestro primer día acabándose

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Lo que nos esperaba por delante…

 Una vez en las Lofoten la idea era caminar unos diez kilómetros hasta nuestra cabaña, pero de noche, con mal tiempo y estando cansados, hambrientos y con algo de frío, nos entró la razón y cogimos un taxi. Así llegamos a nuestro primer alojamiento, una casita de pescadores muy chula, rodeada de bacalaos secándose y muy bien situada a la orilla del mar. Ese día se produjo alguna avalancha que dejó heridos a unos alpinistas y no se si también fue la causa de que se fuese la luz, pero nos tuvimos que hacer un fuego para comer a las mil y además nos hizo ser precavidos en los días siguientes a la hora andar, aunque aun así disfrutamos caminando por los montes (http://www.youtube.com/watch?v=bzfKk7mQnm8&feature=youtu.be).

Los dos siguientes días los pasaríamos en el pueblo de sakrisøy, visitando los alrededores, subiendo algún monte para disfrutar de las vistas y visitando Reine, supuestamente uno de los pueblos más bonitos de las islas Lofoten. Allí el tiempo cambiaba muy a menudo, pero aún así tuvimos suerte y en casi todo momento en el que estábamos fuera de la cabaña nos hizo un día soleado. Además pudimos disfrutar de las que serían las únicas auroras boreales del viaje. En seguida nos dimos cuenta de que pasaríamos toda la semana rodeados de bacalaos, porque estaban por todas partes. No hace falta que diga que el bacalao seco es la comida típica para estas fechas, siendo una delicia la lengua del bacalao (o eso dicen, a mi que no me la acerquen de momento), pero por mucho bacalao que tengan casi todas las recetas son portuguesas, me da que no son muy cocineros por aquí. Al parecer gran parte del bacalao seco lo venden a Italia y las cabezas las mandan a África para hacer sopas. La frase por aquí es «in cod we trust». Esperaba probar algo de ballena pero es un plato de verano, así que no pudo ser.

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Nuestra cabaña

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Sakrisøy

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Vista desde el monte

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Lofoten sur: islas y montañas

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En lo alto de una colina

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Bacalao secándose

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Camino a Reine

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La montaña más alta de la zona  

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Descansando en la cabaña

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Y para beber…¿vino de Aragón?

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Reine

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Pueblo de Reine

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Las auroras boreales aparecen

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Auroras boreales

Al tercer día cogimos un coche de alquiler y nos fuimos más al norte. El día fue horroroso, de tormenta y nevando constantemente. Apenas se podía ver la carretera por culpa de la nieve golpeando el parabrisas y porque estaba totalmente nevada así que era difícil a veces saber donde estaban sus límites. Además era bastante estrecha, dos coches cabían más bien justos y cuando pasaba un camión o autobús ya te podías parar a un lado. Con todo esto conducir se hacía muy cansado, íbamos a una velocidad media de cuarenta kilómetros por hora y de vez en cuando teníamos que para a quitar el hielo de los limpiaparabrisas. Eso sí, la gente de Lofoten parecía estar acostumbrada al tiempo y a la carretera porque conducían a velocidades que en ese momento nos parecían de locura. Con todo esto apenas pudimos recorrer mucha distancia y tuvimos que cambiar los planes, desistimos de ir a la parte más al norte de las Lofoten y nos quedamos por la central, cerca de la ciudad de Svolvær. La cabaña era más simple, pero es que era difícil mantener el nivel de la primera (también era más barata). Por la noche se despejó el cielo y quedó precioso, lleno de estrellas, hubiese sido espectacular si hubiesen salido auroras.

Al día siguiente como hacía buen tiempo decidimos ir cerca de la costa, al otro lado de las islas para ver el océano. Una vez allí subimos una montaña que aunque a trozos era bastante empinada y resbaladiza, en la cima nos permitió disfrutar de unas vistas espléndidas. También pudimos ver en la playa como rodaban una película, aunque era bastante extraña, gente bailando alrededor de barriles incendiados llevando cosas quemadas en palos… no nos llegan a decir que era una película y nos podríamos haber preocupado, jeje.

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Laukvik

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Faro de Laukvik

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En el camino

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Puente a cruzar

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Subiendo al monte Hoven

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Disfrutando las vistas en la cima

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Vistas desde Hoven

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Bajando del monte

Desgraciadamente lo que quedaba de la semana se lo pasó nevando y con mal tiempo en general. En parte me vino bien porque me empezó a doler el pie y no hubiese aguantado muchas andadas. Estando el tiempo así nos dedicamos a ir en coche visitando pueblecitos y viendo muchos barcos, ya que ese fin de semana se celebraba el campeonato de pesca de bacalao. Al final parecía todo un poco lo mismo, pueblos pequeños con sus típicas casa de madera generalmente rojas. En algunas podías ver colgados en el techo los bacalaos que los pescadores iban consiguiendo. Uno de los franceses se compró una caña de pescar para probar, pero cuando se le rompieron todos sus anzuelos apenas había conseguido atrapar un pez pequeñito.

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Henningsvær

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Decoración (eran típicas las águilas con peces)

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Iglesia de Kabelvag

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Playa en el trayecto

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Svolvær

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Barcos pesqueros

Esos días pasamos algo más de tiempo recogidos en casa, generalmente comiendo crepes, como no. También construimos un iglú, al que más tarde quisimos hacerle una ampliación para caber los cinco pero no llegamos a terminarla.

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Iglú terminado

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Ampliación sin acabar

El último día solo nos quedaba devolver el coche y de paso aprovechamos para visitar el pueblo de Å, uno de los más turísticos y que, como no podía faltar, tenía un museo de bacalao. Tras echarle un vistazo y conseguir que un buen hombre nos abriese el supermercado porque no teníamos para comer, echamos a andar a Moskenes para coger el ferry de vuelta. Como el día estaba feote las aguas estaban muy movidas y lo pasamos un poco mal a bordo, aunque al parecer yo fui el que mejor mantuvo la compostura. El último tramo del viaje fue coger el tren de vuelta desde Bodø. Siempre que había que esperar aprovechábamos para jugar a las cartas, me enseñaron un juego parecido al guiñote y no se si se arrepintieron porque les acabé dando una pequeña paliza. Tuvimos mala suerte porque justo la noche del tren hubo unas auroras maravillosas que se pudieron ver por toda Noruega, según he visto en fotos fueron espectaculares, y nosotros nos las perdimos… ¡no se puede tener todo!

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Å entre la nieve

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Casas sobre el agua

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Pueblo de Å

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Adiós a las Lofoten

 

De todas formas me fui con muy buen sabor de boca de las Lofoten, no me arrepiento en absoluto de haber ido, resultaron ser muy bonitas. La imagen de montañas nevadas al pie de unas aguas cristalinas de distintos colores (daban ganas de bañarse y todo), las carreteras rodeadas de agua y playas (nevadas generalmente) pasando de isla a isla y través de los fiordos, sus pueblos tan característicos de Noruega rodeados de pescados, que aunque fue una imagen única no echaré de menos el olor que desprendían, la alta probabilidad de ver auroras… me quedo con todo eso y con la buena amistad que hicimos todos durante el viaje 🙂

Cumpleaños de Bogdan

¡Hola otra vez! Vuelvo un día más a actualizar para contaros mis pequeñas aventuras y anécdotas. Estos días tampoco han tenido nada muy especial, pero ya empezaba a pasar mucho tiempo desde la última entrada y no puede ser.

En el día a día todo sigue muy bien, sin mucho frío, poco agobio y con tranquilidad, que es importante. Aunque nos va a empezar algún proyecto ya hemos acabado las clases de aerodinámica, así que mantendremos el equilibrio. Y a la hora de salir de fiesta seguimos siendo más de no salir mucho, ver alguna película, jugar a algo o simplemente charlar y pasar el rato.

El evento más importante de los pasados días fue el cumple de Bogdan. Le compramos un pequeño air hockey de regalo pero para poder abrirlo antes le hicimos pasar algunas pruebas en las que pusimos a prueba cuanto llega a confundir los colores, aunque vimos que no es muy daltónico. Prepare para la ocasión mi tarta de queso y de paso les di a probar unas empanadillas que al parecer me quedaron muy ricas. Después de comer bastante y darle un poco a la bebida echamos algún juego de cartas y nos pusimos a cantar y a bailar. Quien más y quien menos todos acabamos haciendo un poco el ridículo.

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Además este fin de semana Bogdan se decidió a probar el esquí, así que alquiló unos esquíes de fondo y me convertí en su instructor. Aunque la nieve estaba muy dura porque el tiempo no ha sido el mejor para el esquí, había cantidad suficiente y era un día agradable para pasarlo fuera. A la hora de calzarse los esquíes, como en general no es difícil defenderse no le costó mucho arrancar, pero en las cuestas abajo había más problemas y casi todas acababan con caídas. De todas formas le gustó mucho y está decidido a repetir, a ver si la próxima vez consigo hacer que domine la cuña. Como cosa extraña, en el camino encontramos un árbol con un montón de chupetes colgados. No se muy bien a fin de qué estarían ahí pero si te descuidas es el árbol de la fertilidad o algo parecido, porque aquí están muy interesados en los niños y tener más densidad demográfica (aunque luego uno de los temas preferidos de conversación entre los noruegos es como de rápido crece la población en el mundo y los problemas que ello acarreará).

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Los misteriosos chupetes

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Bogdan preparado para el esquí

La semana que viene me voy con unos amigos franceses a las islas Lofoten. Se supone que son de lo más bonito para visitar en Noruega, aunque después de 7 días espero que no acabe cansado de tanto islote. Estaría genial ver unas buenas auroras boreales por allí arriba, que son muy frecuentes, aunque el tiempo dice que nublado y con nieve todos los días, ya veremos que pasa. Así que dentro de semana y media (un poco de margen para ponerme al día con la tarea) os cuento mis experiencias allá arriba. ¡Hasta entonces!

Viaje a Røros

Ya estoy de vuelta y dispuesto a contaros el fin de semana, que ha estado algo más movido de lo normal.

Para empezar el viernes que en principio lo planeaba tranquilo acabé yendo a esquiar con Quentin y Arnaud, dos compañeros franceses. Me fié de ellos ya que decían que se sabían la ruta y que ya habían estado por allí, aunque después vería que no fue muy buena idea. Esta vez decidimos ir a la zona de Dragvoll, la universidad de humanidades, ya que está a las afueras y desde ahí parten muchos caminos nevados perfectos para el ski de fondo. El día salió muy malo, con muchas nubes y riesgo de lluvias, pero pese a pegarse toda la mañana lloviendo por la tarde el tiempo nos respetó. Ya voy mejorando con los esquíes, aunque me sigo dando alguna torta bien maja, y el palizón de 4 horas esquiando sin descanso me vino bien, por mucho que al final estuviese deseando quitarme los esquíes. La ruta fue bastante bonita, entre el bosque y con todo nevado, por supuesto, la pena que cuando alcanzamos la cima de la montaña estábamos rodeados de nubes y no se veía nada. Acabamos perdiéndonos y encima el único que se había llevado agua y chocolate para reponer fuerzas era yo, pero por suerte no fue nada grave. Al acabar y llegar a casa, que bien lo de salir y llegar a casa sin tener que quitarte los esquíes, me invitaron a cenar crepes así que por supuesto me apunté y acabamos llenísimos. Después teníamos fiesta en casa de Remy, aunque cansado y teniendo que madrugar al día siguiente no me hacía mucha ilusión, pero aun así estuve un rato por allí riéndome también de lo mal que vestía la gente (era una de las condiciones para ir a la fiesta, no es que me haya convertido en un fashion victim ni nada).

Y al día siguiente a Røros. Dolió levantarse temprano en sábado, pero se pudo descansar en el bus ya que nos quedaban dos horas y media de viaje hasta llegar.

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De camino a Røros

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Carretera nevada en medio de la nada

La primera parada fue en las minas de cobre de Røros para visitarlas. Nos contaron un poco su historia, lo importantes que fueron y el dinero que generaron sobre todo hacia el 1700-1800. Al final lo único que hacías era visitar los túneles de dos de ellas, pero estuvo bien. La anécdota curiosa fue a la salida cuando mirando postales vino un segurata y nos dijo que nos las regalaba pero que lo guardásemos en secreto, así que una postal gratis para mi 😛

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Entrada a la Mina

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Bajando a la mina

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El equipo de mineros, Sasha, Jordi, Marius, Bogdan y Remy

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Veta de mineral

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Zona amplia en la mina

Una vez terminada la visita a las minas fuimos ya al pueblo, a ver el mercado invernal, que lo pintaban como muy grande y famoso. La verdad que el pueblo estaba lleno de tenderetes, pero es que tampoco es difícil llenarlo porque es pequeñico, y aunque había algunos mas currados y otros con esquimales vendiendo pieles, embutidos de reno y más productos típicos, la mayoría de los puestos eran algo cutres, como los típicos que te puedes encontrar en las fiestas de un pueblo con juguetes y camisetas. Eso sí, estaba lleno de gente, ni comparación con la otra vez que fui, y las casa abrían sus corrales para realizar subastas o para encender hogueras y que la gente se sentara alrededor tomando un vino caliente y escuchando música típica de la zona, por lo que el ambiente era muy agradable. Además probé por primera vez el vino caliente y me gustó bastante, pese a que doliera pagar unos 10 euros por un vaso (el vaso al menos estaba incluido en el precio y es un bonito recuerdo). También encontramos la iglesia abierta, así que esta vez pude visitarla por dentro y la verdad es que me gustó, era acogedora.

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Røros

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Calles de Røros durante el mercado de invierno

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Alrededor de la hoguera

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Torre de la iglesia

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Interior de la iglesia

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Y para moverse, trineos

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Este trineo de más categoría, jeje

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Disfrutando del vino caliente

Tras estar paseando por el pueblo durante unas horas solo nos faltaba comer, así que a las cuatro nos dirigimos hacia donde nos tenían preparada la cena (sí, para los noruegos esa es la hora de cenar). La comida consistió en un asado de reno al que le podías añadir patatas y vegetales y estaba riquísimo, repetí hasta casi reventar, que raro en mi, jejeje. Y ya no nos dejaron tiempo para mucho más y hubo que volver.

A partir de entonces los días han sido tranquilos, he tenido que terminar el trabajo que me habían puesto la semana pasada así que tampoco había tiempo para nada más. Por último antes de despedirme otra curiosidad. Al parecer estos días se está celebrando el mundial de deportes de invierno y, como podréis imaginar, los noruegos están muy emocionados. Hoy en la universidad podías encontrar televisiones por todos lados con la gente viendo las diferentes competiciones, incluso en las clases de ejercicios los profesores ponían por el proyector las pruebas, así que me he visto como han ganado el oro y la plata en el ski de fondo femenino. De todas maneras aquello es como si a nosotros nos ponen el mundial de fútbol en clases, la gente estaba más atenta a la pantalla que a hacer los ejercicios.

Espero que hayáis disfrutado de la entrada, hasta la siguiente, ¡un saludo!

Avanzando en el semestre

¡Saludos otra vez desde estas frías tierras! Bueno, últimamente no tan frías que hasta hemos subido de los cero grados, aunque no es muy buena señal, porque se derrite un poco la nieve y al helar por la noche las calles acaban pareciendo pistas de patinaje. He de reconocer que con tanto hielo ya me he caído (nota mental, no correr a por el bus con hielo de camino), pero esperemos ir con más cuidado a partir de ahora.

El semestre continua calmado, aunque ya hay bastantes ejercicios y hay que dedicarles algo de tiempo. Y mientras el noruego se complica, más que nada porque cada día tenemos un profesor nuevo, nuestra profesora debe estar enferma, así que practicamos mucho las presentaciones pero no avanzamos demasiado y eso lo notas cuando tienes que hacer algún ejercicio. En cuanto al examen de noruego lo conseguí cambiar pero, como no, en la nueva fecha tengo otro examen… parece ser que me dará bastante mal.

Por otra lado con los amigos ya hemos ido haciendo más cosas. Los viernes ahora son movie night, así que quedamos con unos cuantos más y vemos alguna película, aunque no tiene pinta de que sigamos haciéndolos por mucho tiempo. También aprovechamos que se celebraba la semana cultural o algo parecido para salir de fiesta, aunque duele eso de dejarte 15 euros solo por entrar a un club y que te guarden el abrigo, sin bebida ni nada. Y como Remy quería usar sus juegos de mesa también dedicamos algo de tiempo a ello, sobre todo jugando a juego de tronos. Así que como veis vamos haciendo cosas variadas.

También hemos tenido intercambio gastronómico. El otro día Marius nos hizo una sopa típica rumana y Bogdan un plato con cosas variadas bastante rico todo. Y el martes mis amigos franceses de clase me invitaron a una cena francesa que consistió en patatas al horno con bechamel y carne de cerdo. Tendría que haber hecho alguna foto a los platos, a ver si me llevo más a menudo la cámara conmigo.

Este fin de semana tenemos el viaje al mercado invernal de Røros, así que a la vuelta os contaré que tal ha estado y todo lo que nos haya pasado. ¡Un saludo a todos!